Si vences a muchos eres el mejor, pero si te vences a ti mismo eres poderoso

domingo, 25 de octubre de 2009

También salí en domingo

Después de la paliza de ayer lo que menos me apetecía era otra paliza. De nuevo había quedado con Jon, en principio a las 9:30. Por la mañana me manda un mensaje atrasando la salida. A la 10. A pasado una mala noche con la mujer y eso que todavía no ha nacido el bebe. No se quería separar mucho de la zona por lo que subimos dos veces la cuesta de Las Doblas para buscar alguna dificultad. Yo no sé como las subí, si mejor la primera o la segunda. Bueno sí lo sé. Las dos veces las subí fatal. Este año que viene tengo que mejorar muy mucho las subidas.
Ya de vuelta teníamos ganas de algo más y cogimos una carretera que os llevaba a Olivares. Ese pueblo donde me desayunaba las tostadas de pringá. Hacía tiempo que no iba. Allí me encontré con un grupo de ciclistas que conocía de coincidir algunas veces y compartir mesa. Nos saludamos y comentamos la última carrera de Paterna y la que están preparando en Ronda para Mayo de 135 km. Sería un buen entrenamiento para los 10.000 del Soplao que está entre las futuribles del año que viene.
La primera parte de la ruta nos la pasamos hablando de todo un poco, menos de política. Ya de regreso los dos permanecimos en silencio, supongo que cada uno pensando en sus cosas o tal vez estuviéramos cansados. Nos despedimos y cada uno para su casa.
Yo de regreso en solitario pensaba en la carrera de Ronda. Lo más seguro es que me apunte y si lo hago será a la de 135. Llegué a casa con 67 km.
No quiero que me pase como el año pasado cuando empecé la pretemporada muy temprano y muy fuerte y cuando llegó mayo estaba que no podía con el culo.
Este año me lo tengo que plantear con más calma.

sábado, 24 de octubre de 2009

En principio salida tranquila, al final la guerra

Salimos Jon y yo con la de flaca. Teníamos pensado no alejarnos mucho de su casa, a su mujer le queda poco para dar a luz pero el ya tenía mono de bici. Habíamos quedado a las 9:30 am en su casa pero yo me quedé dormido y llegué con 20 minutos de retraso.

Decidimos no tirar fuerte. Él llevaba dos semanas sin tocar la bici y para mi a terminado la temporada. Pero una cosa es lo que se decide y otra lo que realmente ocurre. Yendo con Jon la tranquilidad se puede perder en cualquier momento y por cualquier motivo.

Estábamos ya de vuelta. Un grupo de ciclista, unos 7 u 8, nos da alcance. Esos mismo ciclistas habían partido de mismo sitio que salía yo. El último del grupo le dice:

- Nos ha costado muy poco cogeros.

Para que le dijo eso. Va el otro y me dice no pierdas la rueda. Así fuimos un par de km. De nuevo me dice Jon.

- No pierdas la rueda y no des relevo.

El sí se pone para dar algún relevo. Antes de la llegada del grupo íbamos a unos 30 km/h, a partir de ahí subimos 5 km. Es decir íbamos a 35 por hora. Llega su turno de dar relevos y el tío aprieta tanto que se queda solo. El resto del grupo lo toma como un ataque. Uno salta para alcanzarlo y el resto del grupo tira para no dejarlos ir. En resumidas cuentas pasamos a rodar a 45 por hora. Por supuesto no di ningún relevo. Ya tenía bastante con no descolgarme del grupo. Miraba el pulso y no bajaba de 175 ppm. Tocaba subir la cuesta de las Doblas y ya si me quedé. Terminé la subida y me asuste un poco. El pulso estaba a 182. Aflojé el ritmo. Cuando de nuevo se juntó el grupo Jon se puso a mi lado. Yo le saludé con un adjetivo muy sonoro.

- Cabrón, solo ibas a dar un relevo.

Se reía y me lo justificó por el comentario que le había hecho el último cuando nos alcanzaron. Nos paramos en un bar para tomar algo. A mi me temblaban las piernas como hacía tiempo que no la hacía. Ya nos despedimos del grupo y nosotros continuamos con nuestra ruta de vuelta.

Dejo a Jon y yo tiro para casa pero antes me paso por el taller donde tengo la gordita para un repaso general y el tema de la horquilla. Cuando llego me dan una mala noticia que no me esperaba. En la carrera de Paterna un tío tropezó con mi bici y la dejo caer. El acople derecho se movía tras la caída, pensé que se había aflojado. Pues no, de golpe se ha agrietado el manillar de carbono por el extremo del acople. He pensado dos opciones: renunciar a los acoples o cortar el manillar por cada extremo unos dos centímetros. Así pasaría a medir 596 mm. En vez de los 600 iniciales. No creo que note mucha diferencia. La verdad que me ha jodido bastante el tema.

Mañana quiero salir otra vez con Jon, aunque estoy cansado del día de hoy. Rezo por no encontrarnos otro grupito.

domingo, 18 de octubre de 2009

La Gran Gilipollez

Ahora me daría de hostias por haber hecho lo que hice, pero hecho está y ya no caben lamentaciones. Fue la GRAN GILIPOLLEZ.

Empecemos por el lunes que era fiesta. Después de la paliza de en La Palma del Condado quería rodar un poco con la flaca. Cojo la carretera N640, la antigua Vía de la Plata, y la intención es llegar hasta la Venta del Alto para desayunar y vuelta a casa. Al final unos 70 km que en principio iban a ser tranquilos. Yo debo tener un cartel en la cara que dice a que no me coges? por que casi todo el mundo me reta. Un ciclista se pone detrás de mi, agunta un poco y después me ofrece su rueda. La sigo pero no quiero llevar su ritmo y aflojo. El tío se frena para que le siga. Así casi 15 km. Cuando él se da la vuelta para volver me dice que me ofrecía su rueda para que le siguiera. Yo se lo agradezco pero le digo que tenía otra intención que era rodar suave y no al ritmo que me quería llevar. Nos despedimos y espero encontrármelo algún otro día por esas carreteras.

El jueves de nuevo vuelvo salir con la gordita. Siempre me gusta salir a rodar antes de una carrera. Salí con Jon y las sensaciones no fueron buenas. Me sentía cansado y las piernas pesadas. No era un buen augurio para el sábado.

Y llegó el día, el gran día. Paterna fue mi primera carrera. Algún día contaré la historia de ese día de carrera de hace algunos años. Pero volvamos a la actualidad. Me levanté a las 6 para el desayuno. Cereales y yogur. Mi amor, que ha llegado de Madrid el viernes, viene conmigo. Desde luego para ser la mujer perfecta solo le falta montar en bici. Poco a poco todo se andará. Llegamos temprano y después del desayuno al cajón de salida.

A las 8:35 se da la salida. Como siempre primero la vuelta por el pueblo y después una larga y rápida bajada por asfalto hasta entrar en terreno campestre. La sensaciones no son nada buenas. Me siento con mucha pesadez en las piernas y el pulso se dispara ante cualquier dificultad. Me va a tocar sufrir, y de lo lindo. Sobre el km 19 ó 20 ocurrió uno de los hechos que más me han impactado en un ruta. A mi derecha veo una sombra que pasa tras unos arbustos algo altos. Ha pasado tan rápido que no he distingido que podía ser, aunque sí que era grande. Detrás de mi a unos 2 metros salta la sombra sobre los arbustos. Miro a mi derecha y después a la izquierda y veo como choca un ciervo con un ciclista al que derriba y deja en el suelo. Después saltaron dos más. Aún recuerdo el golpe seco y contundente del choque. Fue relamente impresionante. El bicho tenía unos cuernos que daban miedo. Se formó un tapón y decidí bajar para avisar a alguien de la organización. Espero que el chaval se haya recuperado por que cuando me fuí aún estaba en el suelo.

Entre las malas sensaciones y lo que había visto no iba muy bien. Un punto y aparte era el polvo del camino. Cuando daba el sol no se veía nada. Había que dejarse ir un poco para por lo menos poder ver. Realmente las sensaciones no eran buenas pero es verdad que iba adelantado a gentes, más de los que me adelantan a mi. Ahora, pensándolo friamente, no iba tan mal físicamente como sicológicamente. No recuerdo en que km se formó un señor tapón, donde todos en fila india íbamos sorteando. No era tan complicado pero a que uno se parara todos los demás lo teníamos que hacer.

Seguiamos avanzando por cortafuegos. Los subí todos salvo uno y bajarlos los bajaba todos por muy complicado que fueran. He observado que este año he mejorado algo la técnica. Entramos en camino estrecho donde abunda vegetación. Sobresalen ramas secas que te van fustigando. Una veces en las manos, otras en las piernas. Ese fue el trozo de ruta que menos me gustós. En el km 44 llega la Cuesta de los Machos, 2 km al 8%. Antes había subido la dificultad a la que llaman El Mortirolo un km al 9 y otro al 10%. En la cuesta de los Machos cojo un buen ritmo y solo me adelantan 3 ó 4, quizas 5 corredores. Yo adelanto a bastante y además llevo un buen ritmo. Sin, casi darme cuenta, corono pero algo había que no funcionaba correctamente. Tras un corto descenso hay que volver a subir y la tónica es la misma que en la subida anterior. Y llega el km 52. El fatídico km 52. No sé que me pasó y a la única neurona de mi cerebro le dió un ataque de gilipollez en grado máximo. Pregunto por la ruta intermedia. La corta era de 59, la larga de 94 y la intermedia de 74. En vez de tirar por la izquierda, cojo la derecha. Si hubiera cogido la larga solo quedaba una subida y luego todo era para abajo. Avanzo unos 200 metros y pienso en volver coger la ruta larga pero me llega a la mente lo que sufrí en los últimos 20 km de La Palma y decido continuar por la corta.

Ya practicamente no había dificultad salvo la cuesta del Pinguete, 1 km al 10%, pero que al final se convierte en el 20. Se congrega mucha gente en ese tramo a la entrada del pueblo. Durante los 20 km que me quedan me pregunto por que he hecho eso. Nunca antes lo había hecho. O hacía la ruta total o nada. La decisición estaba tomada y ya no había vuelta atrás, aunque lo pensé. Al final solo dejé de hacer 15 km, ridículo.

Llegué a la cuesta del Pinguete y allí el ambiente te pone los vellos de punta. Te dejan un pasillito, como en el Tour, y de gritan, te dan ánimos y alientos para que culmines la cuesta. Ni se te ocurre echar el pie a tierra lo poco que te queda lo das. Cuando llegas arriba tienes que girar a la izquierda y te encuentras con otra cuestecita. Allí veo a mi niña a mi entrenadora. Me saluda con el brazo en alto y cuando llego a su altura recibo mi trofeo. Sus besos.

Es cojonudo tener a una persona que te apoya, te da animos y te fomenta para hacer lo que te gusta. Gracias mi amor por esperarme tantas horas con frio o calor, por soportar mis interminables conversaciones sobre bicis y carreras, por apoyarme en mis desafios, por pensar que soy un campeón cuando realmente soy un globero. Gracias por darme los trofeos cuando llego a meta. Tus besos.
Llego a meta y siento una enorme frustación y rabia. Ella me intenta animar aunque no lo consigue. El único consuelo que puedo tener, es que terminé el 44 de la ruta intermedia en 5:19, pero no es suficiente. Al final cuando doy por terminada la temporada cometí la gran gilipollez.

domingo, 11 de octubre de 2009

No fue lo que pudo haber sido

Han pasado 24 horas y aún tengo la rabia en el cuerpo. He terminado el XI Maratón de la Palma pero lo que pudo haber sido no fue. Ahora sé como se sintió Cadel Evans cuando pinchó en la Vuelta. Pero empecemos desde el principio que fué como un vaticinio de que lo que me esperaba.

Suena el despertador a las 6:30. Tengo previsto salir a las 7:00 am, aunque está a solo 50 km tenía que recoger el dorsal. Desayuno cereales y yogur. Todo lo había dejado listo la noche anterior. Ya en el coche, a la hora fijada, tiro para La Palma del Condado. En esta ocasión voy solo. Mi buen amigo Jon no se atreve a ir con la mujer a punto de dar a luz. En la autopista observo que el coche sube de temperatura muy rápido. A medida que avanzo la temperatura va subiendo alarmantemente, aunque sin llegar a la zona de peligro. Iba intranquilo. Llego al circuito de velocidad Monteblanco, punto desde donde partia la prueba, y todo fue entrar en la zona de parking y el coche dijo hasta aquí hemos llegado. Se enciende la luz roja de la temperatura y empieza a salir humo blanco del capot y agua por abajo. Por lo menos me llevó. No sé como volvería pero eso ya lo pensaré cuando termine la carrera.

Recojo el dorsal y me preparo para ir al cajón de salida que se hace desde la misma recta de salida, y nunca mejor dicho. Me coloco bien, estaré en la línea 20 y es que al ser un recorrido por pistas era muy recomendable coger un buen grupo si se quería hace un buen tiempo. He entrado sobre las 8:25 am y hasta las 9 no es la salida que finalmente se daría siete minutos después.

Como en todas las salidas, incluso en las neutralizadas como esta, se sale a revienta caldera. Se coge un par de curvas del circuito y después de sale por una de las escapatoria de los coche. Es mucha prieda suelta donde se forma un tapón y hay que descabalgar. Son 7 km de neutralización hasta llegar y salir del pueblo. Nos reagrupamos, miro para atrás y más o menos mantengo las misma posición que en el cajón de salida y además me encuentro bien.

Se da la salida real y de nuevo a jierro. No se da tregua. Me adelantan algunos pero yo tambien adelanto por lo que sigo manteniendo la posición. Era una pista rápida y además picaba para abajo. Se volaba. Para mi era un recorrido que me favorecía. Salvo 3 subidas todo lo demás era un continuo rompepiernas. Sobre el km 13 hay un repecho y en el grupo que voy no termina de coger a los que nos preceden. Decido hacer un esfuerzo en solitario para cogerlos y el repecho lo subo a tope. Me pongo a cola de ese grupo y me dejo llevar. Ibamos por un camino al lado de río Tinto sin tiempo de disfrutar del paisaje. Cualquier despide era una caída segura. Me encuentro bien y además calculo que estoy entre los 250-300 primeros. No está mal. Pero llega el km 20 y noto un movimiento raro en la rueda trasera. Miro el cuenta y marca 26 km/h, pienso que el movimiento se debe a lo pedregoso del terreno y la velocidad. Iluso de mi. Había pinchado. No me lo podía creer. Paro y reparo el pinchazo lo más rápido que puedo. La bombona de aire no me llena la rueda, tengo que coger la bomba de aire y con las prisas casi rompo la válvula. Veo como van pasando y eso me pone más nervioso. Tengo que repararlo lo más rápido posible para coger algunos de estos grupos. Pasan y pasan y creo que pasan casi todo. No sé cuando tiempo he podido perder pero si que he pinchado en el peor momento. Cuando más rápido de iba.

Monto de nuevo y ahora se me plantea otra carrera. Ahora soy solo yo. Empiezo a adelantar a ciclistas. Llego al primer avituallamiento y pido una bomba para terminar de llenar la rueda. Hay una pero nadie sabe donde está. Paso de esperar más tiempo y tiro p'alante. Así con la rueda medio vacia terminé la carrera. Sigo adelantando a ciclistas, quiero alcanzar algún grupo que me lleve, pero solo son ciclistas descolgado. Mirándolo ahora creo que me cebé demasiado en coger algún dichoso grupo. Los km van pasando, no levanto el pie y las dificultades que hay las voy superando muy bien (dentro de mis posibilidades). Llega el km 60 y empieza la subida al Manzanito es la más dura. Sigo adelantando a un rosario de corredores y me pregunto por donde iría si no hubiese pinchado. No es lo mismo ir en grupo que ir en solitario.

Por otro lado el sol empieza a apretar, o al menos yo empiezo a notar que aprieta. Hace 40 grados y eso a mediados de octubre. El año pasado esta misma carrera se tuvo que suspender por lluvia. Prueba palpable del cambio climático. Culmino la subida y lleno el camel en el avituallamiento. Me dan una pera fresquita que me supo a gloria más que nada por el frescor. La bajada la hago lo más rápido que sé y puedo. De vez en cuando me encontraba algún repecho donde intentaba no bajar mucho la velocidad. Había un repecho casi imposible de subir montado. Lo subí. El ciclista que iba andando se quitó para dejarme pasar y empezó a darme ánimos para que lo culminara. Apreté los dientes. Un quad de la organización se puso a mi lado durante varios kilómetros. Por un momento pensé que iba el último y se lo pregunté. Me dijo que no, pero que los que iban detrás iban muy lentos y se aburría y que yo llevaba un buen ritmo. Me halagó. La verdad es que sí llevaba un buen ritmo, pero me agobiaba tener a alguien detrás de mi. Logré alcanzar a otro ciclista y por fin se quedó con él.

Ya casi todo era terreno que picaba hacia abajo y llegó el km 84 donde empecé a pagar la factura de tanto esfuerzo en solitario. Ya el ritmo no era tan alegre. Tardé casi 2 horas en hacer los 20 km que quedaban. Ahí empezó un verdadero sufrimiento. Ya llegando al pueblo veo a lo lejos una cuesta. Pienso: joder a ver si no tiramos por la derecha. Tiramos por la izquierda y en que hora. El cuenta marcaban tramos de desnivel de hasta el 18%. Ya solo quedaban 5 km y me iba arrastrando como una serpiente. Faltaba un kilometro y de nuevo se acerca el de quad. Me saluda pero me llevo una sorpresa cuando veo a un tío que va dejándose llevar por el quad (creo recordar que era el dorsal 224). Me mira y hace la gracia de decirme que es la mejor idea que ha tenido. Yo le ignoro y me muerdo la lengua para no llamarle TRAMPOSO. Veo la meta. He terminado pero no fue lo que pudo ser. Ahora tengo que resolver el problema de coche y del volver. Mientras como un buen arroz llamo a la grua que nos llevará a todos, bici, coche y yo, a Sevilla.

Al final me salieron casi 110 km. Tragué polvo, cuatro veces tuve que echarle aceite a la cadena. Por cierto como anecdota, una de las veces que estaba echando aceite un participante me pide el bote. Es un bote pequeño de goteo y el tío me dice que si no lo tengo con spray. Lo miro y le digo ya se me ha acabado pero si quiere voy y se lo traigo.

Por el cuenta-kilómetro han sido 6:45 pero no contempla el tiempo que he estado parado, para saber la realidad tendré que esperar la clasificación. Y la próxima semana Paterna, la última de la temporada.

domingo, 4 de octubre de 2009

Querer y no poder

Sigo teniendo ganas de montar pero esta semana me le he tenido que pasar en blanco. El lunes fui al gym para descargar un poco las piernas después de la paliza del fin de semana pasado. El martes había planes para salir pero el diluvio que cayó nos hizo desistir. El miércoles intento arrancar el coche pero después de cinco meses parado no hay forma. La batería estaba descargada. Con la moto me olvido del coche y cuando lo necesito lógicamente no tiene batería. Dejo el coche en condiciones. Jueves. Mi suegra está en Sevilla y quedo con ella. El viernes toca AVE para estar con mi niña. Todo da como resultado no tocar la bici en toda la semana y esto ocurre cuando el sábado que viene está la carrera de La Palma. Como siempre me tocará sufrir.



Pero tengo un dicho para estos casos. Con paciencia y saliva se la metió el elefante a la hormiga. Veremos como se da. Esta semana haremos algo para poder afrontar el próximo sábado dignamente el reto.