Si vences a muchos eres el mejor, pero si te vences a ti mismo eres poderoso

domingo, 4 de septiembre de 2011

Ya estoy de vuelta

Ya estoy de vuelta. Después de la paliza del Soplao terminé saturado de bicicleta y me atacó el oso perezoso. Un gran ataque que me ha durado hasta esta semana. Desde mayo a hasta esta semana solo he contabilizado 11 salidas y 544 kms. Eran salidas cortas no más de 50 kms y a un ritmo cochinero. Me tomé 3 meses sabáticos, ciclistamente hablando. El pasado día 23 de Agosto quise dar por finalizado ese periodo de asueto. No empezó muy bien. Cometí un error de principiante. No revisé la bici de montaña y tenía los cierres flojos. Los dos. Subiendo un repecho noté algo raro en la rueda trasera pero no vi nada. Cien metros después se salió de su sitio. Aparte de una caída importante, rueda descentrada, disco de freno y cambio doblados. No fue un bien comienzo. No volví a cogerla hasta una semana después.
La primera toma de contacto, al menos completa, resultó un desastre. El corazón se me salía por la boca. Llegué a casa muerto y solo fueron 40 kms . Mi estado de forma como era de esperar y lógico estaba, mejor dicho no estaba. Estaba en tan bajo estado de forma que al día siguiente no tenía cuerpo para volver a salir. Con fuerza de voluntad volví a salir el miércoles. Sufrí pero no tanto como el primer día. Eso me dio ánimos. El sábado, ayer, me prepare una rutita que yo llamo a los Forrest Gump. Es decir empiezo a dar pedales y me marco objetivos cortos. Voy a llegar a Las Pajanosas, si me encuentro bien sigo hasta la Venta El Alto, si sigo bien bajo la Media Fanega y después la subo. Y así hasta que llego hasta el final del camino y me digo ya es hora de volver a casa. Así a lo tonto me salieron casi 100 kms y la verdad es que no me encontré mal. Cuando iniciaba el regreso me llamó mi colega Pablo. El acaba de salir y decidimos encontrarnos a mitad de camino. Después de los correspondientes saludos y su reproches por mi prolongada ausencia, regresamos a casa. Por mi parte muy satisfecho por las sensaciones.

Hoy domingo la cita era con Jon y Jose. Los dos están que se salen, sobre todo Jon. Advertí que ayer me había dado una paliza y que hoy solo quería soltar las piernas. En un momento dado, para gastarle una broma a Jon, le hicimos un demarraje. Primero yo y después Jose. El tío se pica con una mosca que se ponga a su lado. Nos reímos pero a mi me costó llegar. Íbamos a un buen ritmo y casi sin darnos cuenta nos encajamos en Aznalcollar. Teníamos por delante la larga recta que no llevaba a Las Doblas. Se nos unió otro ciclista y los cuatros formamos un grupito que tiraba fuerte. Las Doblas no la subí mal, ojo no hay que confundirse. No la subí mal pero tampoco para tirar cohete. Con mi estado de forma, cualquier cosa será una mejoría.
Llegamos a Gines, Jon se quedo en su casa, y nos separamos. Cada uno para su casa, yo muy satisfecho por que no me encuentro tan mal como en un principio creía.
He vuelto y estaba vez para quedarme.

jueves, 26 de mayo de 2011

10.000 del Soplao.

Cómo empezar esta crónica? El viernes salgo para Madrid y desde aquí para Cabezón de la Sal. Eran algo más de las 9 de la noche. Recoger el dorsal y cenar para ir a la cama tempranito. El día había sido largo y cansado. Tras un primer sueño me paso toda la noche en velas. No sé si eran los nervios o la propia inseguridad de poder terminar el reto.

A las 6:30 esta ya levantado. En el hotel nos habían prometido un desayuno copioso, todos los alojados participábamos en la prueba, pero la mujer se quedó dormida y lo de copioso se convirtió en tardío. Mi mujer me acerca a Cabezón, estábamos a solo 4 kms pero no quería que cogiera la carretera o tal vez no quería que me cansara antes de empezar. Me despido y me dirijo al cajón. Dada la hora que era me tengo que conformar con colocarme a la cola del pelotón. Noto como sale el agua a chorro de la boquilla del camel. Se me ha roto la boquilla. Hago un apaño y por lo menos podré tener agua, por que para colmo el bidón con las sales me lo he dejado en el hotel.



En los escasos 5 minutos que tengo que esperar antes de dar la salida (yo aún tardaré en moverme algunos minutos) decido que mi único objetivo sería terminar y pongo el pulsómetro en modo hora. Así solo controlaré la hora del corte a las 21 horas en Juzmeana y la hora de llegada antes de las 12 de la noche. Desde Ronda no había vuelto a montar en bici y con lo entrenos que llevo este año no estaba para muchas alegrías.

Empiezo a moverme pero aún tardaré muchos minutos antes de pasar por el arco de salida. El ambiente como siempre extraordinario. Me recuerda el ambiente de Ronda pero con otro acento. Paso debajo del arco y pienso tengo que volver a pasarlo en el sentido contrario. El año pasado no pude terminarlo por culpa de los pinchazos, este año llevaba dos cámaras, aceite, herramientas de todo tipo, dos bombonas de aire y las luces. Iba cargado como una mula pero con todo lo necesario para ser autosuficiente y no tener excusa para retirarme.

Llegan las primeras subidas y creo recodar que haber visto un cartel que ponía Cocina y empiezan las subidas. No me voy encontrando mal pero no quiero en absoluto forzar la máquina. Subo bien al Soplao, pero se me atraganta el Monte AA. Subir esa pared de cemento se me hace imposible y tengo que patear. En cambio la interminable subida a El Moral se me hace más llevadera. Paro en la primera fuente para rellenar el camel. Iba seco. Por fin se ven las banderas de la cumbre. Tomo algo en el avituallamiento y tiro para abajo. Ahora toca un poco de asfalto y coger el camino para otra subidita hasta la Cruz de Fuentes. En el avituallamiento anterior no llené el camel y lo pasé mal. Tuve que pedirle agua a otros corredores por que sino no iba a llegar. Para colmo cuando llego al siguiente avituallamiento en el Puerto de Palombera me dicen que no había agua. Menos mal
 que llegó un coche con botellas. Puede llenar el camel y seguir. A partir de ahora todo lo que hiciera superaría lo del año pasado. No iba mal, aunque en la bajada no quise arriesgar. El cansancio te hace perder destreza y no era cuestión de caerme. De hecho tuve un aviso que pude controlar. Cada vez estaba más convencido de que la meta estaba cada vez más cerca. Llego al avituallamiento de Juzmeana y por primera vez pienso que lo voy a conseguir. Son las 20:20, tengo tiempo suficiente para llegar a Cabezón.

Subo el Moral por segunda vez y lo recordaba con más rompepiernas, y no tan cuesta arriba como se me hizo. Los gemelos me ardían, esta subida se me hizo más dura que la primera subida al Moral. A medida que iba subiendo se iba cubriendo todo con una espesa niebla. Tarde más de una hora en coronar ese puerto. Me sorprendió oir el sonido de un cencerro. Era el mismo que había oído en la subida. Mención especial se merece el hombre del cencerro en El Moral. Allí solo entre nieblas seguía animando a todos y cada uno de los que pasábamos. Para quitarse el sombrero.

Me costó subir por segunda vez este puerto y es donde realmente me sentí cansado. Antes de iniciar el descenso puse las luces. No se veía absolutamente nada y algunos bajaban a oscuras. Me uní a un grupo donde los que llevábamos luces ayudábamos a los que no las tenían. Iba tiritando de frio pero cuando se acaba la bajada y veo el cartel de 4 km para Cabezón se me quitó todo. Meto el plato grande y el piñón del 11. Formamos un tren, 4 ó 5 ciclistas, y no bajamos de 35 km/h. Yo mismo estoy sorprendido. El sonido de las ruedas rodando sobre el asfalto me pone la piel de gallina. Entramos en Cabezón, me dejo caer del grupo para llamar a mi mujer. Eufórico le pregunto dónde está. En la esquina de la iglesia. En ese momento la veo. Pego un frenazo en seco que me hace cruzar la bici. Le doy un beso y un abrazo. La gente nos anima y gritar. Hacen hasta la ola. Me vuelvo a montar y entro en meta. Prueba superaba.


Gracias a Cabezón de la Sal por organizar una prueba en la que independientemente de la hora en la que llegues, del puesto que ocupes en la clasificación tendrás siempre la sensación de ser el primero.

El tiempo no me importa, aunque han sido 15 horas, pero la satisfacción y el orgullo me durará toda la vida.

martes, 10 de mayo de 2011

Ronda 2011 (por mis santos cojones)

No es que no haya salido en bici, sigo dando pedales. El único motivo mi ausencia por estos lares ha sido la falta de tiempo pero después de Ronda había que buscar un hueco para contar la odisea.
Como siempre alquilamos la misma casa de los últimos tres años. Es grande, acogedora y sobre todo no es caro, que tampoco barata. Llegamos el viernes y directo a la pizzería para cenar. Tras una ovípara cena para casa a descansar.


Amanece el día esperado y aunque teníamos previsto levantarnos a las 7:30 de la mañana un petardazo suena a las 6 de la mañana. Diez minutos otro, y otro y otro. Es la romería del pueblo, Arriate, y así despiertan a los parroquianos. A nosotros no sentó como una patada. Metimos las bicis en el coche y para el campo de futbol, salida de la prueba, no sin antes desayunar de nuevo en el bar.


En la entrada al campo coincidimos con otros conocidos. Nos posicionamos bien para la salida neutralizada y mejor aún el salida real a las 11 de la mañana. Empezaba el espectáculo.

Durante los primeros kms Jon fue la rueda a seguir, 4 ó 5 km fueron los que puede mantener la rueda. Uno que se cruza, otro que va más lento y otro que va más rápido me hace perderla. La estrategia que iba a seguir era fácil ir a mi ritmo y regular para guardar fuerza para cuando llegase lo realmente duro, los últimos 20-25 kms.

Iban pasando los kms y me estaba encontrando bien hasta que llega el km 40 en Alcalá del Valle. Allí me encontré con mi mujer. Me dio tres o cuatro dosis de doping, llámese besos y después de tomarme un gel que me dieron los señores legionarios continuo el camino. Aparece una pared de cemento. No tiene más de 400 metros pero son matadores. Voy subiéndolo hasta que el que va delante de mi se cae y con su rueda trasera golpea la delantera mia. La consecuencia fue un golpe seco en el codo. El resto de la cuesta lo tuve que subir pateando. Como siempre, todo lo que sube, baja. Al iniciar la bajada un gilipollas intenta pasar por donde es imposible. Me enganchó por el manguito y al suelo. Esta vez la caída si me hizo daño. No nos podíamos levantar. El brazo seguía enganchado, las calas también. La gente que intentaba desengancharnos no sabían como hacerlo. Era como un ejercicio de dificultad. Este hecho me marcó para el resto de la carrera.


Continué la marcha, pero esta vez las sensaciones ya no eran las mismas. En un momento me encuentro con una cola. Cerca de media hora parados sin saber por que. Cuando llego y veo el motivo del parón me quedo flipando. Era un charco, vale grande pero solo un charco. Ya había tenido un par de incidentes pero aún me quedaban más desagradables sorpresas.


Sobre el km 75 al final de una bajada un charco cruza todo el camino. En entran dudas por donde acometerlo. Si la derecha o la izquierda, o mejor por el centro. Cojo la derecha tirando para el centro. Otra ostia. La rueda se me quedo clavada en el fango y salí por arriba. Me rebosé en barro y otra vez me hice daño. Ya por la mañana había tenido el pálpito de que algo me iba a pasar durante la carrera, pero no tantas veces. Me levanto y continuo con la marcha. El ritmo que llevaba hasta la primera me hacía prever un tiempo de 7 horas y media contando con la dureza de los últimos kms.


Miro el cuenta y voy por el km 80. Me dolía todo, el barro se estaba secando y me tirada la piel y me entraron unas ganas de llorar incontenibles. Desde el 81 al 83 me acompañó un llanto que aún no sé el motivo. Quizás la impotencia por tantos contratiempos. Moralmente me estaba hundiendo. Y llega el km 92 me pongo de pie en la bici para afrontar una subida y se me rompe la cadena. Pedaleo en el aire y caigo por delante de la bici con tan mala suerte que me golpeo con el manillar en el estómago. Me quedo tendido el suelo sin poder respirar y un dolor que me llegaba hasta la uña de los pies. Me siento en el suelo recuperándome de la caída. Era lo que me faltaba. Dos compañeros me ayudan a levantarme y por mi mente pasa abandonar miro la bici y la veo tirada en el suelo, como yo lo estuve hace dos segundos. No me podía agachar para reparar la cadena pero la cojo y empiezo a andar. Por mi santos cojones que terminábamos la carrera. Faltaban 8 kms y estaba dispuesto a hacerlos andando. Con todo el cuerpo dolorido empiezo a andar. Al llegar al último avituallamiento un compañero se ofrece a reparar la cadena. Yo casi no me podía doblar. Vuelvo a montar y ya solo me queda la Cuesta del Cachondeo. Es el último sufrimiento. Entro en Ronda y veo la gente que aplaude y las lágrimas vuelven a aparecer. Llego a la Alameda, donde está la meta. Allí me espera mi mujer antes de pasar por el control de tiempo. Me desvío para recoger mi premio, sus besos y la abrazo.




No me importa el tiempo que he hecho, calculo que 9 horas, solo pienso en que el año que viene volveré y será mi revancha pero ahora lo que más necesito es una ducha y que me curen las heridas.



Además del ladrillo que dan a los que finalizan la prueba, me he traído dos cardenales en la tripa, tres en la pierna, y solo uno pero muy grande que me coge todo el antebrazo y raspones varios.


He sufrido, ha sido una prueba muy dura quizás la que más de todas la ediciones. Muy bien organizada sin nada que criticar y me quedo con ganas de volver otro año más.













domingo, 10 de abril de 2011

Con la llegada del buen tiempo

Con la llegada del buen tiempo las salidas se multiplican. Esta semana han sido cuatro días muy jugosos. El lunes fue una toma de contacto para ver a que hora llegaba a casa, después de haber subido a los depósitos. Llegué con luz suficiente. Me sentí muy satisfecho.

Martes y miércoles me fue imposible, por una causa u otra la siguiente salida fue el jueves. Mi amigo Pepe había descubierto un camino. En que hora le hice caso. Encontramos barro, pero no encontramos el camino. Mis zapatillas nuevas, sucias y la noche echándose encima. Llegué a casa de noche y con un cabreo importante.

De nuevo cogí la bici el sábado. En esta ocasión con la flaca. Cayeron 80 kms que intenté hacer a buen ritmo. Cuando termine estaba cansado pero satisfecho por la intensidad que había empleado. Y hoy domingo, otra vez de vuelta con la gordita, en esta ocasión solo 50 km. que los hice como si fuera una carrera de rally. Todo el camino he ido con el corazón en la boca. Otro buen día de entreno.


La única sombra que tengo es la de las zapatillas. No consigo apretar lo suficiente la cala y se me mueve. Sobre todo la derecha. Hoy le he cambiado los tornillos por si acaso. Ya contaré como me ha ido. Mañana toca descansar.

domingo, 27 de marzo de 2011

Zapatillas, pinchazos y pajara

Con ganas cogí la bici el sábado. El viernes decidí cambiar las calas y los tacos de las zapatillas. Estaban tan duros que en el intento rompí la suela. Adiós a mis antiguas Sidi Genius, bienvenida a mis nuevas Sidi Eagle. Estaba deseando que llegara el sábado para poder estrenarlas. Puse las calas un poco inclinadas, no más de 3 mm pero después de 100 km me molestaba la rodilla derecha.

Quede temprano con Pepe y cogimos el camino hacia la cantina. Al poco tiempo sufrí un pinchazo. Un alambre de casi 3 centímetros se había clavado. Llevo una racha con los pinchazos que no es normal. En los 3 últimos meses he pinchado la moto, el coche, la flaca y la burra. Por que no tengo barco, que si no también pincha.


En la ruta al principio me encontraba raro encima de la bici. Hacía tiempo que no la cogía y me dolía un poco los riñones y las calas con un poco de variación hacían que no me sintiera cómodo. Poco antes de llegar a la cantina nos encontramos a otros miembros de nuestro club. Habían salido de Calla y venían a nuestro encuentro. Yo necesita desayunar pero se decidió por mayoría subir la cuesta de los Toros y después desayunar. Eso me mató y ya no me recuperaría. Subimos los cuatro la cuesta de las Culebras. Arriba me esperaban Jose y Pablo para despedirse y Pepe para continuar hasta casa. Yo iba tocado y tenía un dolor en el costado. Se nos había hecho tarde y decidimos volver por carretera. Había tramos en los que no pasaba de 14 km/h. No podía con mi alma. El dio el tío del mazo de pleno. A falta de unos 15 km me reanime un poco y aumenté la velocidad.


Llegué listo de papeles, con la rodilla y el costado doloridos pero satisfecho del entreno. Hoy domingo puse el despertado del móvil una hora antes. Ya mañana cambiaría el reloj. Se cambió automáticamente y sonó a las 6 de la mañana. No me apetecía salir por el cansancio que vengo arrastrando, pero sobre todo por la rodilla. Al final decidí salir sobre las 10 de la mañana después de reajustar las calas. Solo fueron 50 km para descargar las piernas y desayunar en Olivares.

domingo, 13 de marzo de 2011

Síndrome de abstinencia ciclista

El sábado debería haber corrido el maratón de Bollullos del Condado pero después de toma una semana de lluvia, la zona iba a estar muy embarrada y no me apetecía rebozarme en barro. Ya el año pasado lo pasé bastante mal con tanto barro. Así que no la corrí.

El día no amaneció malo, pero daban agua y decidí no salir. Cada dos por tres miraba al cielo para ver si aparecía algún nubarrón. Ni uno solo, hizo un día estupendo. Desperdicie el día. Podía haber salido y haber hecho una buena ruta.
Hoy domingo también daban agua pero, al igual que el sábado, no se veían nubarrones negros. ¿Y si se vuelven a equivocar? No me lo pienso, cojo la bici. Esta vez no se equivocaron. Al poco de superar los 15 kms empezó a chispear. Me puse el chubasquero y seguí un poco más. Cada vez me iba a más y lo más sensato era volver. Me acerqué a la casa de Jon para recoger la licencia y me volví para casa. Jon me preguntó si me llevaba a mi casa en coche a lo que yo me negué en rotundo.
Todo el trayecto de vuelta fue un continuo aguacero. Se estaban formando balsas en la carretera que hacía peligroso cualquier movimiento brusco encima de la bici. Llegué a casa como una sopa y me entero que estamos en alerta naranja por lluvia. Una buena ducha para entrar en calor y aunque levemente pude calmar mi síndrome de abstinencia ciclista.

lunes, 28 de febrero de 2011

3 de 3

Pues sí, un fin de semana de tres días (en Andalucía era fiesta) y tres de tres y al tercer intento conseguí llegar a El Álamo. El día estaba soleado y despejado pero a las 8 de la mañana aún hacía un pelín de frio. Había quedado con mi amigo Pablo a las 9 de la mañana pero cuando llegó, sus ganas de buen tiempo le habían traicionado. El tío con dos 00 se presentó de corto. No nos quedó más remedio que volver a su casa para coger alguna ropa de abrigo.

Una vez cambiado dimos por iniciada la ruta. Decidimos bajar por la cuesta de Las Doblas, aunque eso conllevaba hacer la interminable recta de 15 kms que te lleva a Aznalcollar. Después de un buen desayuno empezaba el trabajo serio. La carretera es solitaria, el asfalto se agarra bastante, pero lo peor de todo de la subida. Son 30 km hasta llegar al pueblo en un continuo sube baja. Se nos hizo eterno por que no sabíamos cuanto nos quedaba hasta la meta. Cuando por fin llegamos al pueblo solo nos paramos el tiempo necesario para tomar un refresco y volver por el mismo camino, que ahora si tiraba para abajo. En un pis pas nos encajamos de nuevo en Aznalcollar y como ya era tarde, de perdidos al río, cogimos por el camino más largo. Lo malo es que pinché. Rajé la cubierta, está para cambiarla, pero después de pone una nueva pude llegar a casa sin más contratiempo, con 140 kms en las piernas y una sensación agradable por una gran ruta con una más inmejorable compañía.



Llega el domingo y la intención era rodar un poco y soltar las piernas, algo difícil de conseguir si sales con la de montaña. En esta ocasión la compañía fue Jose. Él llevaba algún tiempo sin salir y yo estaba algo tocado así que la mejor opción era los ya archiconocidos depósitos. No se podía pedir más. Eso sí antes de volver un gran desayuno. Ya con el estómago lleno vuelta por el mismo camino y cada mochuelo a su olivo.


Y el lunes otra salida más y en esta ocasión la compañía fue la suma del sábado y del domingo, es decir Pablo y Jose. Los planes se cambiaron y volvimos a los depósitos y al bar donde desayunamos el día anterior. Mientras nos tomábamos algo recordamos anécdotas y hechos graciosos que nos hizo reír a carcajadas. Una vez desayunados, nada más salir del bar nos paramos para decidir que camino coger. Yo no pude desenganchar el pedal y me di una leche tonta pero dolorosa. Me di en el codo y aún ahora me duele y el teléfono desarmado. Nos vimos con fuerza y nos marcamos otra subida a los depósitos. Ya con la decisión de volver, cuando llegamos abajo nos encontramos con Dani. Le acompañamos y de nuevo subimos a los depósitos por tercera y última vez. José y Pablo se fueron juntos por la derecha y Dani y yo cogimos por la izquierda. Otros 55 kms para las piernas.
No ha estado mal este fin de semana. 240 kilometritos, una fenomenal compañía, unos momentos de risa desternillantes, objetivo conseguido y lo mejor de todo 3 días de finde.

domingo, 13 de febrero de 2011

Ciclista Palomero

Sí, de nuevo he vuelto. Tenía ganas de volver y volví. Se lo propuse a los demás compañeros pero ninguno pudo. Así que ruta en solitario. Madrugón para estar en El Bosque a las 9-9:30. Llego al coche y rueda vacía. Por un momento pensé en abandonar la ruta y hacer algo por aquí. Pero no, hoy me iba para El Bosque. Cargué la bici y me fui a la gasolinera para llenar la rueda y rumbo a mi destino. Al principio iba despacio con el coche por que me entró la paranoia de que podía reventar el neumático. Eso me hizo retrasar pero llegué a buena hora. Después del desayunar y prepararme con la ropa de romano cierro el coche y me guardo la llave del coche en la chaqueta. Me aseguro de haber cerrado bien la cremallera (quedarse con ese dato).

Empieza mi desafío particular. El inconveniente de aparcar en El Bosque es que desde que te montas en la bici empiezas a subir. Me quedaban 15 kms hasta coronar El Boyar. A diferencia del último día, hoy la temperatura era muy agradable. La subida se me hizo más dura y es que salvo en los tramos más duros no usé todo el desarrollo. A mitad de la subida el móvil me da aviso de que se está acabando la batería. Por la noche se produjo una carga falsa y no había cargado bien. Intento llamar a mi mujer para avisarle y que no se preocupe, pero no me dio tiempo. Haría toda la ruta sin móvil, a mi no me importaba pero tenía que avisarla.

Mientras tanto seguía con mi subida. A mi ritmo. La verdad es que se me hizo más largo que el sábado último. Por fin corono y después de ponerme el cortaviento me tiro para abajo hasta Grazalema. En el camping que hay a la entrada entro para pedir un teléfono público. Eso ya ha desaparecido. Gracias a la chica de la limpieza que me dejo un móvil y pude avisar a mi mujer del contratiempo.

Rodeo el embase de Zahara de la Sierra. Si alguna vez veis este embalse os llamará la atención el color de sus aguas. Un turquesa intenso. Espectacular. En la bajada hasta el embalse me adelanta Mario, unos de los componentes del grupo que lo subimos la última vez. Charlamos un rato y nos despedimos. Nos volvimos a ver en el inicio del puerto de Las Palomas.
En el inicio del puerto me tomo un gel para poder soportar los 13 kms que me quedaban de subida y me quito el cortaviento. El secreto para subir Las Palomas es no mirar para arriba. Ves lo que te queda y te hunde. Cada curva de herradura viene precedida de un rampón. Me tuve que volver a parar para quitarme la chaqueta y hacer la subida en manga corta. Hacía calor y además me había quedado sin agua. Cuando llegué a la cumbre me sentí satisfecho, muy satisfecho. Ya solo queda bajar. El trabajo ya estaba hecho. Al final han salido 70 km y 2000 da+.

Llego al coche y, os acordais que guardé la llave del coche en la chaqueta?, pues cuando voy a echar mano de la llave no la tengo. No me lo podría creer. Miro al coche y veo la llave puesta en el maletero. Me la había dejado puesta. Cerré la cremallera de la chaqueta, pero aún me pregunto como la deje puesta. Menos mal que nadie la tocó y puede volver a casa tranquilamente. Incluso la rueda me respetó. Un día cojonudo y precioso de sierra.
Hoy domingo la intensión era rodar suave. Quedé con Jon y al final terminamos en Las Doblas. Me encontré bien, mejor de lo que pensaba después de la paliza del día anterior o tendría que decir gracias a la paliza de ayer?

Ha sido una semana muy productiva. Dos sesiones dobles de spinning, y las rutitas del fin de semana.

domingo, 30 de enero de 2011

Disfrutando como un enano

Hacía tiempo que quería volver y el sábado fue el día del encuentro. Me levanté temprano, señal inequívoca de que tenía ganas de bici y de sufrir. El año pasado en El Soplao me di cuenta que tenía que entrenar los puertos largos y para entrenar aquí ese tipo de puerto el más cercano es el de Las Palomas. A las 8:00 estábamos citado para salir con los coches. En poco más de una hora estábamos en El Bosque. El día era frío y húmedo. Preparamos las bicis y nos dispusimos para salir. Antes Mario nos dio un briefing. Nos reagruparemos aquí, tiraremos para allá, subiremos por aquí. Todo fue teoría. Nada más salir cada uno como si fuera una carrera. Jose y yo nos quedamos retrasados. El puerto del Boyar empieza en el mismo pueblo, por lo que nada más salir el pulso se puso a tope. Quedaban algo más de 14 km hasta coronar El Boyar y después otros 3 de bajada y 3 de subida.

Si de por si la subida era dura, a esto hay que añadir el frio. Llevaba una camiseta, un maillot de manga larga de invierno y una chaqueta y para la bajada tuve que echar mano del cortaviento. Mucho frio.


Una vez corone el Boyar tenía que haber tirado para la derecha, dirección a Grazalema, pero me enajené y seguí recto. Jose y yo decidimos seguir, al final nos encontraríamos. Coronamos también Las Palomas y ya solo nos quedaba tirarnos para abajo al encuentro el pelotón.
Bajamos unos 2 ó 3 kms. pero mi compañero de fatigas no se atrevía a bajar más y más viendo lo que había. No llevaba uno desarrollo idóneo para subir puertos. No quería dejarlo solo y decidimos volver por el camino de habíamos tomado. Al llegar al pueblo nos paramos en el bar a tomar un café, era lo único que caliente que tenía. Nos dio igual que fuera la una del mediodía.

Esperábamos que llegasen los otros y fueron llegando con cuenta gotas. Primero Mario, a continuación Joaquín, Jon, Pablo. Los peores fueron Raul y Pepe. Raul sufrió tal pajarón que tuvo que parar un coche para que lo dejara en el pueblo.

La tertulia, ya todos reunidos en el bar con un buen bocadillo fue el mejor premio. Nos reímos contando cada uno anécdotas y batallas. Un gran día que repetiré el 12 de Febrero y esta vez sin equivocarme de camino.

Hoy domingo he vuelto a salir por la zona de casa. He intentado no subir mucho las pulsaciones. Me he subido una cuestecita de 3 kms y vuelta para casa. Este fin de semana he disfrutado mucho del paisaje, de la compañía y del entreno, y hoy de mi ruta en solitario.

domingo, 16 de enero de 2011

No “zemos” fondones, tenemos fondo

El viernes dejé un mensaje en el foro del club, mejor dicho de nuestro futuro club: Los Innsonnio Bike. Lo del nombre viene en que todos los componentes tienen bebes y ninguno duerme de un tirón y como no podía ser de otra forma el logo es un chupete hecho con componentes de una bici.
El mensaje era el siguiente:
Sres biciclistas yo cogeré la de carretera.
Horas de salida 9:00 hora zulú
Lugar: Las Cuartillas (Santiponce) u otro lugar si alguien no sabe llegar (lo digo por ti Jose)
Destino: El Alamo
Distancia: Superior a 100 Km.
Ritmo: Cochinero
Lista de asistentes: Yo
Al final la lista de asistentes la formamos 4. El día se presentó con una neblina densa, muy densa pero cuando levantó apareció un día precioso. Ideal para ir en bici.
Nos reunimos y empezamos a dar pedales. La bici de Pablo una Scott, iba casi estrenándola. José una Look de carbono, realmente espectacular. Pepe se presentó con la de montaña pero nadie lo notó. A más de uno lo dejaba atrás, entre ellos a mi. Pasamos por Gerena pero decidimos seguir sin desayunar y hacerlo en Aznalcollar. Que gusto entrar en un bar y no oler a tabaco. No como antes que lo que teníamos que quedarnos fuera éramos los no fumadores.
Después de llenar los depósitos iniciamos la subida hasta El Alamo. Es una carretera solitaria y rota que se agarra como una lapa. Entre momentos de risas, de silencio por el esfuerzo, de disfrutar con el paisaje íbamos avanzando pero se nos estaba haciendo tarde. No habíamos salido a la hora prevista y eso nos iba a impedir llegar al destino. Era la segunda vez que se me resistía el pueblo. Nos volvimos en el mismo punto en el que lo dejé yo la última vez. Decidimos regresar por la recta de Aznalcollar y subir la cuesta de las Doblas. La recta son 15 kms que se te hacen eternos y el final es dichosa cuestecita. Ya arriba solo quedaba bajar. Al final nos salieron casi 120 km. He disfrutado muchísimo por la compañía y por las ganas de bici que tengo.
El sábado salí a estirar las piernas con la de montaña. Quería ver como estaba el terreno para organizar una nocturna. No está bien del todo, así que lo mejor será esperar un par de semanas. Ya de vuelta me crucé con Dani, otro miembro del club. Nos saludamos y vuelta a casa.
Un fin de semana para enmarcar.

domingo, 9 de enero de 2011

Ya estoy de vuelta

Ya estoy de vuelta, después de dos meses donde solo he hecho 150 km. Cuando tenía tiempo no tenías ganas y cuando había ganas no tenía tiempo y cuando había ganas y tiempo diluviaba. Realmente existía más ganas que tiempo y he llegado a soñar con bicis y carreras. Un día que me robaban la bici en un descuido, otro día que tuve que hacer Ronda con un solo pedal y otra, la más curiosa, se me partió el cuadro pero transversalmente desde la potencia hasta la tija. Cosas raras de la mente.

Aún cuando el ataque de oso perezoso ha sido crónico, ya estoy inscrito en dos carreras: Los 101 de Ronda y El Soplao. Una por que es mi favorita y la otra es en venganza por lo del año pasado. Tanta prisa que he dado en apuntarme al Soplao que tengo el dorsal número 18.
En cuanto a los Reyes Magos este año todos los regalos han sido para la casa nueva, así que yo mismo me he echado algunos caprichos. Un casco sin visera (creo que me lo he comprado grande), una bolsa flexible para la bici y un GPS. Me he portado muy bien (jajajaja).

Ayer fue la primera salida del 2011. Fijé el destino en Castilblanco de los Arroyos, aunque en Sevilla estábamos en alerta por lluvia, me arriesgué a salir. Al llegar al cruce mire a derecha y a izquierda. El panorama no era halagüeño. A la izquierda, donde estaba Castilblanco negro y a la derecha gris. Elegí el lado oscuro. Tuve suerte y no cayó ni una sola gota. Lo que no sabía era que también estábamos en alerta por viento y este si que lo sufrí.

Después de correspondiente desayuno vuelta para casa. Al salir el ambiente anunciaba una lluvia inminente, menos mal que ya era para abajo, al menos así debería de haber sido. El viento convirtió el regreso en un puerto de 40 km. Era tremendo en tramos de descenso era imposible superar los 15 Km/h. Podría haber ráfagas de viento de más de 40 km/h. Fue una tortura. Al menos me respeto la lluvia, pero llegué a casa reventado.

Hoy domingo la intención era no superar las 130 ppm. Lo conseguí en la ida. La vuelta fue otra historia. No sé que cable se me cruzó, pero después de desayunar empecé a dar pedales como si la vida me fuese en ello. Empecé a adelantar a ciclistas. La velocidad no bajaba de 35-40 km/h, el puso no bajada de 170 ppm. En un momento dado se ponen a mi lado dos chicas. Me saludan y rodamos juntos una decena de kilómetros. Yo iba jadeando, ellas iban más sosegadas. Al llegar a una gasolinera se despidieron, tenían aparcado el coche y yo seguí mi camino. Esta vez si levanté el pie para bajar un poco el pulso.

No ha estado mal el primer entreno del año, aunque hubiera preferido no subir tanto el pulso.

P.D. Aunque sea tarde Feliz Año, que todos los deseo se cumplan.