Doy por iniciada la pretemporada. Ahora toca trabajo de gym y salidas con la flaca. Lo del gym no me gusta mucho pero es la única forma de conseguir los objetivos que me he marcado mejorar, como es la potencia. He vuelto a sentir las agüjetas. En cuanto a la bici no la cojo mucho, o por lo menos todo lo que me gustaría o debería, solo los fines de semana que me quedo en Sevilla que últimamente no son muchos. Este finde me quedaba en Sevilla.
El sábado la salida fue en compañia de Jon. Quedamos en que yo salía antes. El trayecto ya estaba determinado pero cuando llevaba unos 12 km me llamó para cambiar los planes. Vuelta atrás para recogerlo. Cuando llegué ya llevaba 37 km en las piernas. Ya juntos nos fuimos para cuesta de Las Doblas. Subimos en plan tranquilo. En un momento dado, en mitad de la cuesta, miro el pulsómetro y observo que voy a 170 ppm pero no tengo esa sensación de agobio. Pienso que el pulsómetro no va bien. No se corresponde la sensación que tengo con lo que marca. No sé si es bueno o malo.
Una vez arriba tocaba desayunar. Yo solo tenía en el cuerpo un café. Nos dirigimos a Santiponce para comernos una buena tostada que, al menos a mi me supo a gloria. Con la tripa llena ya en el pueblo de Gines y cada uno para su casa. Al final me salieron 74 km.
El domingo la salida fue en solitario. En un principio cogí la carretera sin ningún destino, solo me guiaría por las sensanciones. Me sentía un poco cansado pero tenía ganas de bici y al final me encajé en El Ronquillo para sufrir después la cuesta de la Media Fanega. En un momento que me llaman por teléfono y estoy parado en el arcén me pasa una valiosa y rara reliquia del ciclismo.
El la bajada estaba parado y la volví a ver. Además era del mismo color que la de la foto. Yo seguí mi camino hasta Ronquillo. De nuevo en las continuas subidas hasta llegar al pueblo observo que el pulsómetro esta vez marca 180 pero no sufro esa sensación de ahogo tan pronunciada que suelo tener cuando llego a esa cifra. La realidad es que el pulsómetro funciona bien. Cuando llego paro para tomar el preceptivo desayuno. Me conozco las rutas por los sitios donde desayuno. Allí coincido con otros dos ciclistas y mientras desayunamos mantenemos una agradable conversación. Como es lógico sobre bicis. Por cierto los tios se habían tomado 3 coca-colas cada uno.
El regreso, después de subir la Media Fanega que no se dio tan mal para la fecha en la que estamos, fue mas liviano que la ida. Ahora el terreno tendía hacía abajo. Ya empezaba a notarme más cansado pero la verdad es que más que un entreno fue un salida para disfrutar. Llegué a casa muy satisfecho. Al final los 94 km unidos a los 74 de ayer es un buen comienzo para empezar.
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