Si vences a muchos eres el mejor, pero si te vences a ti mismo eres poderoso

domingo, 27 de junio de 2010

Annus horribilis

Está visto y comprobado que este no es mi año.

Ayer nos reunimos 7 colegas para disfrutar de una rutita larga pero la acortamos un poco. De los casi 100 que teníamos previsto lo dejamos en unos 70. Dos de los que venían estaban empezando y no era cuestión de asustarles en la primera salida.

Habíamos quedado a las 9:30. Yo salí con tiempo para poder desayunar pero pinché. El tiempo previsto para el desayuno lo tuve que dedicar a reparar el dichoso pinchazo. No es la mejor forma de empezar una ruta, reparando un pinchazo y sin desayuno.

Ya todos juntos decidimos que ruta coger. Por el camino de Santiago al Cordel de la Mujer y Vuelta por el camino amarillo desde Gerena. Entre charla y charla llegamos a la montaña rusa que es el trozo del camino de Santiago. Allí adelantamos a unos jubilados, eran 8 ó 10, todos con su maillot amarillo. Mientras dábamos pedales nos dijeron que venían de Barcelona y en 13 días tenían previsto llegar a Santiago. Yo de nuevo pincho y tengo que parar. Cambio rápido para no hacer esperar al grupo. De nuevo emprendemos la marcha y otra vez alcanzamos a los jubilados. Que envidian me dan. Subo un repecho y noto que algo se me ha metido en el casco. Me paro y me lo quito. Era una avispa que no tiene mejor idea que vengarse por quitarla de tan acoger sitio, y me pica en el labio. En ese momento siento un dolor y a la vez un fuego tremendo. Agua y ajo, para estos casos es lo mejor. O sea a joderse.


Reemprendemos la marcha. Ya han habido dos parones por mi culpa. Llegamos a Guillena y pregunto si alguien quiere desayunar. Yo después de dos paradas no me atrevía a decir nada. Nadie quería desayunar por lo que no quedo otra opción que seguir.

Me adelanto para llenar de nuevo la rueda porque se me está vaciando y no quería provocar otro parón. El sol ya apretaba de lo lindo aunque la brisa que corría lo hacía llevadero. No me queda más remedio que parar de nuevo para reparar la rueda. Miramos dentro de la cubierta pero no encontrábamos nada. Volvimos a mirar y por fin encontramos el causante. Una pequeña púa de un cardo. Era mínimo lo que había entrado pero lo suficiente para vaciar la rueda poco a poco. Ya todo el regreso sería sin incidentes.

Esta vez en Gerena, pregunto si alguien quiere desayunar. Todo prefieren parar en la gasolinera. Por lo menos es algo y me da para comer cualquier cosa. Todos nos reímos cuando uno saca un paquete de tortitas de maíz. Lo había llevado en la mochila junto con más cosas, como si fuera de picnic. El regreso para dos del grupo fue una tortura ya no podían más. Estaban fundidos. Pablo y yo nos quedábamos esperándoles. Uno de ellos se quito el casco y le obligamos a ponérselo. Es en esos momentos cuando una caía puede arruinar una agradable salida.

Llegamos al punto donde nos separábamos. A ellos aún les quedaban 5 km, a mi 10. Aligeré el ritmo para ver si me daba tiempo ver la carrera de moto. Llegué con tiempo suficiente.

Por la tarde empezó a dolerme el labio y esta mañana lo tenía como si me hubieran puesto silicona. Así y todo salí con la flaca para rodar un poco.

lunes, 21 de junio de 2010

Ya me estoy arrepintiendo

Este año no se parece en nada al del año pasado. Disfrutaba de las salidas en bici, en las carreras, no me importaba despertarme temprano para una salida o una carrera. Este año me cuesta levantarme para salir, en las carreras voy sin … por decirlo de alguna manera, ilusión. Una prueba de la desgana que me invade es que la bici aún tiene los restos del Soplao. Ni tan siquiera la he limpiado.
Sigo saliendo pero la mentalidad es diferente. No quiero llegar a aborrecer la bici. Más que entrenos, son paseos rápidos. Quizás porque los resultados no acompañen, por la saturación de entrenos, por el estrés del trabajo y por algunas otras circunstancias, este año es diferente. Hasta este año solo había abandonado en una carrera. Fue la de Brenes de 2008, todas las demás las había terminado con peor o mejor resultado, con mayor o menor sufrimiento. En todas las ocasiones había cruzado la meta. Eso aún no ha ocurrido este año. No he cruzado ni una sola de las metas.

He tomado una decisión y sé que me va a pesar. De hecho ya me está pensado. No corro la 24Doce. He anulado la inscripción. Prepararé a conciencia las de Partena que este año es Campeonato de España de Maratón y la de La Palma del Condado. A partir de ahí será cuestión de preparar la temporada 2011 con más ilusión y ganas. Será una retirada para volver con ganas de superar nuevo y viejos retos (el Soplao sigue en el punto de mira). Me retiro de las carreras pero no de montar en bici, lo seguiré haciendo pero olvidándome de las series, de la cuestas, de la velocidad o de los tiempos. Será volver a disfrutar de las rutas, cosa que ya no estaba ocurriendo.
Disfruto con este deporte que tanto me ha aportado y al que tanto debo. Me ha dado ojos nuevos. Ojos nuevos con los que ver un paisaje, un camino, una persona. Ver de forma diferente la propia vida. Quiero volver a disfrutar, a superar retos, a emocionarme al cruzar un arco de meta pero si sigo en esta dinámica será un sufrimiento que me hará aparcar la bici y eso es lo último que quiero que ocurra.
Seguiré contando mis rutas y aventuras pero hasta Septiembre no habrá ninguna crónica de competición.

domingo, 6 de junio de 2010

La crónica tardía del Soplao

Han pasado dos semanas desde lo de El Soplao y aún tengo un sin sabor por no haberla terminado, por no haberme esforzado, por habérmela tomado como una marcha cicloturista, pero empecemos desde el principio.

Salgo de Sevilla en el Ave con destino Madrid, allí me recoge mi manager y ponemos rumbo a Cabezón de la Sal. Llegamos tarde, sería sobre las 10 de la noche. Descargar el equipaje, tomar posesión de la habitación, recoger el dorsal y cenar. De vuelta al hotel vimos una máquina que despachaba leche. La recomiendo. Estaba espectacular. Al final era algo más de las 12 de la noche cuando nos metimos en la cama.

Toda la noche la pasé muy inquieto, dando muchas vueltas y es que cuando llega un reto importante. A las 6 de la mañana ya estoy despierto, aunque me quedo en la cama un rato más, a la espera de que suene el despertador. Por fin es la hora. Nada más levantarme mi primera premisa era desayunar bien, y vaya si lo hago. Me voy para el cajón de salida son la 7:20 y creo que ya está casi lleno.
Esperando que den la salida miro el ambiente y me recuerda muy mucho al de Ronda. Gente con ilusión, otro con preocupación y todos con ganas de que de la salida. Me entero que han dado la salida por la algarabía y grito de la gente, pero yo aún no me muevo. Es lo que tiene cuando salen 3000 tíos. Pongo el polar en funcionamiento y joder no me acordé cambiarles las pilas. Iría sin pulsómetro. Cuando por fin me muevo mi primera intensión es adelantar posiciones, como hago en Ronda, pero lo pienso mejor y voy tranquilo. Solo hay un objetivo: terminar. El de los tiempos ya será para otro año. Se forman tapones, otros quieren pasar hasta por encima de otro y yo sigo con mi tranquilidad, admirando el paisaje. Realmente estoy haciendo una cicloturista.


De pronto, sería por la abundancia del desayuno y por el casi litro de zumo que me bebí, me entran ganas de ir al baño y no para soltar líquido. Decido seguir, no era el mejor momento. De hecho no lo hice en toda la marcha. Iba a reventar. Llega el primer avituallamiento y fiel a mi premisa paro para comer y beber. Continuo la marcha y voy disfrutando del paisaje y del ambiente. Me adelantan muchos, pero yo también adelanto y el suma y resta me deja más o menos en la misma posición de salida. Llego al avituallamiento del Soplao y me quito el chaleco que llevaba. La temperatura está empezando a subir como en mi tierra. Y pasando por Monte Aa y Ruente me paro en el avituallamiento que hay antes de empezar el Moral. De nuevo me pongo ciego. Creo que hasta llegué a engordar. El Moral una tortura, cuando creía que ya estaba arriba, un giro y más subida. Pensaba que ya no había más montaña, pues sí la había y lógicamente con su correspondiente subida. La subía en bici pero más que la inclinación se me estaba haciendo más duro la longitud. Pocas veces he subido puerto de tantos kilómetros y eso que todavía quedaba otro aún más largo. Lo subí entero en bici y solo paré cuando vi una fuente para refrescarme y llenar el bidón. Cuando coronó el Moral pregunto lo kilómetros que llevaba hecho y me indican 80. Voy bien, sin calambre y sin dolor de espalda. Lo único que me estaba escociendo el culo. Bajamos para el siguiente avituallamiento pero esta vez solo cogí una naranja y un plátano. No me entraba nada más. Hasta coronar el puerto de Palombera quedaban 20 km. Estos si se me hicieron largos, eternos. Cuando por fin llego, exactamente en el cartel que pone el nombre del puerto y la altitud (1260 metros) pincho. Eran las 8 de la tarde. No tardo mucho en reparar la rueda y como he parado al lado de un nevero me estoy muriendo de frio. En un terreno sube baja llego a Venta Vieja, dejo la cámara pinchada y me tiro para Juzmeana. Era en bajada y la verdad que iba rápido y adelanté a todos los que se ponían a tiro. Al salir de una de las últimas curvas, antes de llegar a Los Tojos me encuentro una gran piedra en medio del camino. Logro esquivarla con la rueda delantera, pero con la trasera me la como entera y la reviento. La bici empieza a culebrear y voy controlando el zigzagueo hasta que consigo pararme. No llevo más cámara y un parche no me soluciona nada. A los que adelanté, me adelantan ahora. Ni uno, ni uno solo me preguntó si me pasaba algo, o si necesitaba algo. Yo que si veía a alguien en la cuneta le preguntaba si tenía problema para solucionar la avería, ahora que lo estoy yo ni tan siquiera me avisan de que llegan por detrás. Pasan y estoy seguro que piensan: que bien ya he adelantado a uno. Bueno, me chocó mucho esa actitud y el error fue unicamente mio.

Al llegar a Los Tojos me encuentro a unas personas de protección civil. Se ofrecen para llevarme hasta Juzmeana, donde hay un puesto de asistencia. Le digo que no, que ya estoy retirado y hacer eso es hacer trampas. Aquí termina los 10.000 del Soplao para mi. El año que viene nos volveremos a ver las caras.

El camino de regreso en el coche me permitió una charla muy agradable con estas personas de protección civil, que me dejaron en la misma puerta del Hotel en Cabezón. Cuando me estoy duchando me doy cuenta de que no me duele nada y lo único que con la ingesta de plátano y el culo escocido, tengo complejo de mandril, por lo demás nada solo ganas de volver.

Para el año que viene iré de nuevo pero esta vez sí será para vencer a los 10000 del Soplao.

PD. A Noe la veo desde lejos, sin posibilidad de saludarla. A Pablobk nos cruzamos en el Moral, yo bajaba y el subía. En otra ocasión será.