Sigo con mi dinámica de pinchazos. Ayer sábado salimos con la de carretera. Cogimos un camino llano. 106 km y solo 150 da+ pero lo que pretendíamos era rodar a un ritmo constante. Salimos a las 8:30 para evitar las horas de calor y la verdad es que la jugada nos salió perfecta por que cuando entro en Sevilla el termómetro marcaba 44º.
Más que la velocidad íbamos controlando el pulso, lo que pretendíamos era coger fondo y entre charla, risas y algún que otro silencio llegamos a Las Cabezas de San Juan. Desayunamos y Jon siguió había quedado con su mujer en un punto. Yo por mi parte me volví para casa y si me resultó agradable el camino de ida, igual de gratificante me resulto el de vuelta en soledad. Llegué a casa contento primero por no haber pinchazo y segundo porque se consiguió el objetivo marcado.
Hoy domingo todo ha sido muy diferente, aunque por unos metros me acompañó mi ángel de la guarda. Empiezo desde el principio. Salgo como ayer. Temprano. Hay que evitar el calor. La ruta de hoy en solitario era de unos 120 km con algo de desnivel. Me encontraba bien y llevaba un buen ritmo. Alcanzo a un grupo y los adelantos sin problemas. Eran jubilados que más que de ruta iban de excursión, no nos equivoquemos. Unos 20 km después por una carretera rompe piernas veo a otro grupo. Decido alcanzarlos. Estos eran más o menos de mi edad. Los alcanzo y despierto las hostilidades, todos se ponen detrás de mi. Solo dos resisten me sentí bien. Me paro para desayunar y ahora tengo que decidir si tiro para el Castillo de las Guardas para los 120 km. o giro a la izquierda para volver a casa. Decido coger la ruta larga. Anduve unos 500 metros y me arrepiento. Lo mejor será volver a casa. Cojo la recta de Aznalcollar. Son 15 km. Nada más empezar la recta siento como un disparo. La rueda trasera está reventada y estoy a 40 km de casa. Cambio la cámara y a medida que la voy llenando va saliendo un huevo que no pinta nada bien. De pronto llega otro ciclista. Se para y me dice que eso tiene mala pinta pero que puede hacer una chapuza. Mientras yo termino de montar la rueda, él con la cámara pinchada hace una tira para atarla al huevo y pueda seguir. Lo consigue y reemprendemos la marcha, lógicamente más lento y además sin poder tocar el freno trasero. Él se queda un poco rezagado y cuando miro para atrás ya no le veo. En una recta cómo puede desaparecer una persona. Por error toco un poco el freno y el invento se afloja. Me paro y no sé de donde salió. Me preguntó y entre los dos lo dejamos más o menos en condiciones. Él siguió su camino hasta que desapareció. Desde aquí un millón de gracias. El invento estaba funcionado pero después de tantos kilómetros estaba perdiendo eficacia. Me paro en una gasolinera y pido cinta aislante. A falta de cinta me deja zelo. De los 40 que me quedan ya tenía recorrido 25. Me quedaban 18 km hasta el destino. Solo pude hacer 8 más. En Camas (es un pueblo) se me soltó el invento y se reventó la cámara. No me quedaba más remedio que patear hasta casa. La hora que era, cerca de las 14 horas, no era plan de llamar a nadie. Bueno no tenía muchas opciones pero es que casi todos estaban fueran de Sevilla.
Resignado a patear hasta llegar a casa paso por un bar donde había un grupo de ciclistas tomando unas cervezas. Les saludos y me preguntan que qué me pasa. Les cuentos la odisea. Uno se ofrece a dejarme cámara y cubierta, y otro se ofrece a acercarme a casa. Mejor la segunda opción. Me tomo una coca-cola con ellos y me deja en a 200 metros de casa. Él vivía cerca de casa. Me salvó la vida.
Espero que la suerte empiece a cambiar.
No estas teniendo muy buena suerte que digamos, pero bueno esto son rachas, ya vendran tiempos mejores.
ResponderEliminarNo se como podeis salir por esas tierras con ese calor, aquí en Barcelona, aún madrugando, la humedad mezclada con el calor, hace estragos.
Cuidate e hidratate, jeje..
Un saludo campeón