Que difícil es salir a entrenar con estas calores. De lunes a viernes solo tuve la valentía de salir el martes. Hay que tener mucha fuerza de voluntad y mucho valor para salir con más de 40º. Salí en compañía con Pepe y su hermano, durante la ruta se unió otro ciclista, y se sorprendieron de mi rendimiento ese día. Era incapaz de mantener ninguna de las ruedas que me ofrecían. No sé si era el calor o cualquier otra cosa. La verdad es que me asuste por que no era normal tal bajada de rendimiento. Pensé en hacerme un análisis de sangre para buscar alguna anomalía. Quizás por eso no salí en toda la semana hasta el sábado.
Llegó el sábado y había quedado con Pepe. Él a su vez venía con su amigo Jose. Decidimos coger al que llamamos camino amarillo y llegar hasta la Cantina, en la Ruta del Agua. Allí habíamos quedado con Pablo. Nos reunimos el grupo de Pablo y nosotros. Mientras reponíamos fuerzas disfrutamos de una buena tertulia. Casi media hora de agradable charla. Llegó la hora de reemprender la marcha. Subir la cuesta de la culebra y una vez abajo decidir que camino coger. Jose, el amigo de Pepe, empezó a sentir calambres en la subida por lo que no nos quedo más remedio que coger el camino más corto y llano.
Camino de Guillena, en uno de los rompe piernas que vimos que Jose estaba en el suelo. Nos acercamos corriendo y era un señor calambre. El pobre lo estaba pasado mal. Le ayudamos a estirar y una vez de nuevo en a bici nos adaptamos a su ritmo. Él lo estaba pasando mal por los calambres y por el retraso que estaba ocasionando. El sol ya empezaba a pegar de lo lindo y los calambres iban a más. Iba verdaderamente jodido. Al llegar a Santiponce cogimos por carretera. A mitad de la recta me despedí de ellos. Ya en Camas, es un pueblo, más quisiera estar en la cama, no le quedó más remedio que llamar a su mujer para que le recogiera. Estaba acribillado a calambrazos. Al final nos salieron, al menos a mi, 92 kilometritos que con el calor que hacía no estaba mal.
Hoy hacía el mismo calor y como se me quedo enredadas la almohada, me levanté a las 9. Mientras desayune y me vestí de romano eran las diez de la mañana. No era cuestión de hacer una ruta larga. Con la flaca me hice 40 km para soltar las piernas.
Estoy contento por que el sábado me encontré bien. No eran en absoluto las sensaciones del martes pasado. Eran muy diferentes. Contento y con fuerza, pero es cierto que el martes me hundí en la miseria por eso hoy la alegría.
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