Salimos Jon y yo con la de flaca. Teníamos pensado no alejarnos mucho de su casa, a su mujer le queda poco para dar a luz pero el ya tenía mono de bici. Habíamos quedado a las 9:30 am en su casa pero yo me quedé dormido y llegué con 20 minutos de retraso.
Decidimos no tirar fuerte. Él llevaba dos semanas sin tocar la bici y para mi a terminado la temporada. Pero una cosa es lo que se decide y otra lo que realmente ocurre. Yendo con Jon la tranquilidad se puede perder en cualquier momento y por cualquier motivo.
Estábamos ya de vuelta. Un grupo de ciclista, unos 7 u 8, nos da alcance. Esos mismo ciclistas habían partido de mismo sitio que salía yo. El último del grupo le dice:
- Nos ha costado muy poco cogeros.
Para que le dijo eso. Va el otro y me dice no pierdas la rueda. Así fuimos un par de km. De nuevo me dice Jon.
- No pierdas la rueda y no des relevo.
El sí se pone para dar algún relevo. Antes de la llegada del grupo íbamos a unos 30 km/h, a partir de ahí subimos 5 km. Es decir íbamos a 35 por hora. Llega su turno de dar relevos y el tío aprieta tanto que se queda solo. El resto del grupo lo toma como un ataque. Uno salta para alcanzarlo y el resto del grupo tira para no dejarlos ir. En resumidas cuentas pasamos a rodar a 45 por hora. Por supuesto no di ningún relevo. Ya tenía bastante con no descolgarme del grupo. Miraba el pulso y no bajaba de 175 ppm. Tocaba subir la cuesta de las Doblas y ya si me quedé. Terminé la subida y me asuste un poco. El pulso estaba a 182. Aflojé el ritmo. Cuando de nuevo se juntó el grupo Jon se puso a mi lado. Yo le saludé con un adjetivo muy sonoro.
- Cabrón, solo ibas a dar un relevo.
Se reía y me lo justificó por el comentario que le había hecho el último cuando nos alcanzaron. Nos paramos en un bar para tomar algo. A mi me temblaban las piernas como hacía tiempo que no la hacía. Ya nos despedimos del grupo y nosotros continuamos con nuestra ruta de vuelta.
Dejo a Jon y yo tiro para casa pero antes me paso por el taller donde tengo la gordita para un repaso general y el tema de la horquilla. Cuando llego me dan una mala noticia que no me esperaba. En la carrera de Paterna un tío tropezó con mi bici y la dejo caer. El acople derecho se movía tras la caída, pensé que se había aflojado. Pues no, de golpe se ha agrietado el manillar de carbono por el extremo del acople. He pensado dos opciones: renunciar a los acoples o cortar el manillar por cada extremo unos dos centímetros. Así pasaría a medir 596 mm. En vez de los 600 iniciales. No creo que note mucha diferencia. La verdad que me ha jodido bastante el tema.
Mañana quiero salir otra vez con Jon, aunque estoy cansado del día de hoy. Rezo por no encontrarnos otro grupito.
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